sábado, 6 de enero de 2024

Fix ¿me?

Llevo toda la vida intentando que todo el mundo, incluida yo, sea feliz. No sé si es la forma en la que he sido educada o un reflejo de los traumas que he ido adquiriendo a lo largo de la vida pero... tengo la necesidad de saber que hago algo para ayudar a las personas que me rodean a alcanzar ese estado de felicidad. 
Sin embargo, a menudo me veo en la tesitura de que en mis momentos más débiles, en aquellos en los que me cuesta alcanzar a ser feliz, me siento sola. No termino de entender si es porque he creado una coraza tan grande que nadie es capaz de darse cuenta de que no estoy bien, o porque directamente el resto del mundo no ha generado esos mecanismos que permiten a un ser humano detectar que otro necesita ayuda. 

Sí, me cuesta mucho pedir ayuda, me cuesta mucho decir "no puedo con esto, ayúdame, por favor". Pero me cuesta porque yo no necesito que nadie me pida ayuda para ayudar. Porque soy la primera que siempre echa una mano. Porque soy la persona en la que siempre puedes confiar, con la que siempre puedes contar. Sin embargo, no es la primera vez - ni será la última - que veo que el entorno maravilloso en el que convivo, no es tan maravilloso cuando se acercan los problemas. 
Y es que esa vocecita en mi cabeza ahora mismo me dice que si publico esto estoy siendo egoísta. Porque tengo riesgo de que alguna de esas maravillosas personas lo lea y se sienta aludida. Estaría haciéndole daño con mis sentimientos, y eso me llevaría a querer arreglar el daño que he causado. Pero vaya: el daño soy yo. ¿Cómo se arregla eso?
¿Cómo arreglo algo que yo no he roto? ¿Cómo dejo de sentir? ¿Debo hacerlo? ¿Puedo?
Son preguntas para las que tengo a la vez demasiadas y ninguna respuesta. Porque todas las respuestas que tengo podrían ser correctas en circunstancias concretas. Pero, casualmente, esta no es ninguna de esas circunstancias. Vaya. ¡Qué dilema!

¿Qué hago entonces? Si no digo nada, me come todo por dentro y me siento peor. Pero si digo algo, caigo en la posibilidad de acabar haciendo daño a alguien, y eso también me hará sentir peor. Definitivamente no veo una posbilidad de salir ganando esta batalla. No sé cómo arreglarlo. No sé como arreglarme. 


jueves, 19 de octubre de 2023

Sin cambios ni devoluciones.

Son muchas las veces que he repetido la frase de "la gente no cambia, solo aprende a comportarse". Y no sabéis lo mucho que la vida me demuestra día a día en lo cierto que estoy. A veces puedes tener una idea sobre alguien, una forma de pensar sobre una persona, pero de repente ves que esa forma de pensar era errónea. Y no es culpa de la persona. Pero tampoco tuya. No puedes ver cómo es alguien si ese alguien nunca te muestra su verdadero ser, su esencia. 

Como habitante de este mundo, siempre he intentado ser fiel a mis principios y actuar en base a ellos. Dentro de estos principios se engloba un sentido de la justicia muy crítico y una forma de amar que ha resultado ser poco convencional. Entre estos principios también se encuentra uno que me ha causado varios problemas entre mis relaciones de amistad: la lealtad. Eso unido a mi sentido de protección y cuidado de las personas a las que quiero, a menudo ha hecho que me encuentre de bruces con el frío y duro suelo (casi siempre metafóricamente hablando). 

Me va el corazón a mil mientras escribo esto. Porque realmente no sé cual es el propósito de todo lo que estoy narrando. No tengo una idea clara en la cabeza, solo estoy dejando que las palabras salgan, porque al despertar he notado la necesidad de que así fuera. 

Volviendo con el tema de los principios. Ya os he comentado que la lealtad, la protección y el cuidado a menudo me causan malas pasadas. Esto viene dado principalmente porque no me gusta ver sufrir a las personas que tengo alrededor. Sin embargo, con el tiempo me he dado cuenta de que no puedo ayudarlas siempre. Hay veces que intentando ayudar la he cagado. Que intentando hacerle ver a un amigo que estaba andando en la dirección equivocada simplemente le he hecho andar más rápido en la misma dirección. Eso ha hecho que modifique la forma en la que enfrento la mayoría de estas situaciones. Ahora dejo que el mundo ponga las cosas en su lugar. Pero no he cambiado. Mi personalidad interior llora y grita continuamente al ver que estoy permitiendo que esa persona se haga daño. Y hay veces, pequeñas, en que la dejo salir, la muestro y la lío. Porque como os he comentado: a veces cuanto más intentas alejar a alguien del dolor, más termina deseando estar cerca de él. Y no hay nada que tú puedas hacer al respecto. 

Me apetece mencionaros otra cosa para no terminar esto con un tono tan pesimista. O al menos quiero intentar que no sea así. Os he mencionado que tengo una forma de amar un tanto atípica. Creo que he intentado escribir sobre ellos más de 20 veces a lo largo de los últimos 2 o 3 años. Pero nunca he encontrado la forma de hacerlo que me pareciese correcta. Vamos a probar a ver si ahora es el momento adecuado. 

Yo amo, amo inténsamente y no dudo en expresarlo cuando lo siento. No dudo en decirle a alguien te quiero, aunque lo conozca de hace 2 semanas. También es verdad que hago una diferenciación muy clara entre el te quiero y el te amo. El te quiero soy capaz de utilizarlo a la ligera, soy capaz de decirlo en cualquier momento, incluso a personas que tal vez no debería o en momentos que pueden resultar equivocados. Pero nunca me he arrepentido de decir te quiero cuando me ha salido del alma. Porque cuando quiero, lo hago desde dentro. Y no hay forma más sincera de querer que esa.

Hubo un tiempo en el que aprendí a no decir te quiero. Porque pude ver que la mayoría de las veces en las que mencionaba esas palabras, la persona que estaba al otro lado se asustaba. No quería escuchar eso en ese momento, no estaba preparada para hacerlo y creía que suponía muchísimo más de lo que realmente era. 

Cuando yo digo "te quiero" significa te quiero en este instante. Te quiero por este momento que hemos pasado. Te quiero por la maravillosa situaciñón que estamos compartiendo. Es algo pasajero, no significa que vaya a ser así siempre. 

Cuando digo te amo, la cosa cambia. Creo que puedo contar con los dedos de una mano las personas que han escuchado esas palabras salir de mis labios (y me sobrarían dedos). Un te amo para mi es como la evolución del te quiero. Dentro de un te amo está el compromiso de que ese sentimiento perdure y las ganas de hacer que esa persona esté en tu vida por el máximo tiempo posible. 

Creo que una gran parte de las personas utilizan el te amo y el te quiero indiferenciadamente, y a menudo me ha parecido un error. Sería capaz hasta de corregirlo como falta gramatical, por falta de coherencia. No es lo mismo amar que querer. Querer tiene más sinónimos. Amar no tantos y la mayoría cuestionables. 

Cuando quieres algo o a alguien, lo deseas, anhelas su presencia, lo aprecias. Pero podrías vivir sin ello perfectamente. Porque puedes querer otra cosa, puedes anhelar otra cosa, puedes apreciar a otra persona. 

Cuando amas, no quieres hacerlo. Quieres amar eso. Sin cambios ni devoluciones.

Y para mí, esa es la gran diferencia. Esa voluntad por desear que la persona a la que amas se quede en tu vida. Aunque no sea única, aunque hayan más personas a las que ames, pero tienes la voluntad de amarlas lo suficiente como para permitirte enseñarles una parte de tu ser al hacerlo. 

No creáis que estoy del todo satisfecha con cómo ha terminado saliendo esto. No sé si se termina de entender o no. Pero como esto, en su gran parte, es única y exclusivamente para mí, tampoco voy a cuestionarme excesivamente. Porque para mí sí tiene sentido.

viernes, 16 de diciembre de 2022

Tú.

Tus ojos... Son los más bonitos que he visto en mi vida. Jamás pensé que llegaría a enamorarme tanto de ti como sé que lo estoy haciendo. Pero esa mirada me hipnotiza cada vez que me cruzo con ella. La forma en la que pones tanta atención en enmarcarlos en un entorno oscuro para que resalten todavía más. El hecho de que cada vez que los abras el mundo me sonría otra vez. Las cualidades que presentan cuando la luz se concentra en ellos. Los colores que son capaces de abarcar cuando se los ve llenos de vida. Y sobretodo la forma en la que me veo reflejada en ellos cada vez que los miro. 

Eres especial. La persona más especial que conozco. Y lo digo en el sentido más puro y bueno de la palabra. Tienes una mente que me atrapa cada vez que me permite descubrir algo nuevo de ella. Tienes una forma de ver el mundo a través de esos ojos que me hace plantearme nuevos horizontes cada día que pasa. 

Estoy muy agradecida de que estes en mi vida. Me encanta el hecho de poder decir que te tengo y te cuido y te valoro todo lo que mereces. Adoro que esta relación que hemos creado me haya llevado a sentirme lo más a gusto posible conmigo misma. Me flipa que hayamos sido capaces de entendernos entre todas nuestras diferencias. Me apasiona haber conocido todas y cada de las partes de tu ser. Y, por encima de todo, amo la forma en la que tú siempre me devuelves la mirada cada vez que tengo la oportunidad de encontrarme con un furtivo reflejo.

"Amarse a sí mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida."
Oscar Wilde

domingo, 26 de junio de 2022

Tienes en los ojos girasoles.

Florecieron de nuevo los girasoles.
Surgieron sin que nadie los plantase,
crecieron sin que nadie los cuidase,
y florecieron. Florecieron sin necesidad de ser,
florecieron simplemente para florecer.
Sin hacerlo para nadie. 
Y surgieron más fuertes y bellos que antaño.
Más bonitos y altos que la última vez. 
Más vivos, más coloridos, más soleados.
Y todo ello causado por su forma de riego.
Por ya no depender de la lluvia que caía de sus ojos.
Por surgir en la estación adecuada. 
Por esperar al momento correcto. 
Por ser, sin necesidad de nada. 

jueves, 2 de junio de 2022

Adiós, amor.

He tirado tu cepillo de dientes. Lo he lanzado a la basura junto con todas las cosas bonitas que alguna vez te dije. Se me hace un nudo en la garganta cada vez que pienso en todo lo que creía que estábamos predestinados a ser y no fuimos. 

No te voy a mentir, lo estoy pasando he pasado bastante mal. Sigo teniendo momentos en los que los recuerdos duelen, pero al menos ya no arrasan con cada parte de mi ser. Pero porque me estoy obligando a no pensar en ti, a no recordarte, porque sigue destrozándome el hecho de que no seas capaz ni de decirme hola. Porque sigue apuñalándome el corazón que, después de todo, no seas capaz ni de respetarme. Porque sigue molestándome que no dejes de tomar decisiones por mí, aún sin hablarme. 

Es curioso como la vida pone las cosas en su lugar. Tu nunca fuiste mío porque nunca quise que lo fueras. Yo quería tu libertad por encima de la mía propia. Quería ver como ser libre te llevaba a querer serlo conmigo. Nunca quise atarte. Nunca quise que fuésemos únicos para el otro. Nunca quise centrarme en ti. Y al final fuí la única que lo hizo. 

Fuiste una de las cosas más bonitas de mi vida durante muchísimo tiempo. Te quise más de lo que debía. Y ahora sólo quiero ser capaz de borrar absolutamente todo eso. Diría que me gustaría eliminarte de mis recuerdos, pero si lo hiciese aún tendría la capacidad de volver a cometer el mismo error. Y no quiero. Tuviste mucha suerte conmigo y temo que nadie nunca la vaya a volver a tener. 

Sé que algún día conseguiré perdonarte, pero no creo que eso llegue pronto. La verdad es que ni si quiera tengo claro que quiera que llegue. Porque... ¿dónde quedo yo si lo perdono todo? ¿tan necesario es ese perdón? Siempre me va a unir algo a ti, siempre voy a tener un recordatorio constante de que alguna vez estuviste en mi vida... Tal vez la culpa es lo que a ti te unirá a mí. ¿Seguiría estando si consigo perdonarte? No lo sé, ni tengo ganas de descubrirlo. 

No quiero invertir más tiempo en ti. Siempre estuve de tu parte, siempre te he defendido, incluso después de que tú nunca lo hicieras. Que te lo perdone Dios y te lo devuelva el Karma. 

jueves, 5 de agosto de 2021

De cuando me rompí.

Nunca pensé que terminaría escribiendo sobre algo así. Me siento estúpida, traicionada, engañada... No sé qué habré hecho en mi vida para merecer que se me envíe toda esta mierda. 

Era feliz y mi mente no paraba de decirme que algo no cuadraba, que algo no iba bien. Y yo pensaba que solo era mi propia fijación lo que no iba bien. Pero, de nuevo, me he vuelto a equivocar. No he confiado en mí y he vuelto a fallarme. 

Mi primer impulso fue huir. Escapar. Irme. Desaparecer. Pero olvidé que el mundo es redondo y por mucho que corras en algún momento volverás a estar en el mismo sitio.

Luego vino la ira. Y se juntó con la rabia de todos estos años. Mi cabeza imagina escenarios de confrontación en los que llevo a cabo venganzas que no sabía que era capaz de imaginar. Y disfruto con ello. 

Después llegó la culpa. Esa hija de puta siempre llega, aunque nadie la haya invitado. Y te hace ver todas las cosas que has hecho mal, todos tus errores, tus equivocaciones. Y llegan como un jodido tsunami que arrasa con todo y te deja echa polvo. 

Pero la culpa nunca me perteneció, solo fue un reflejo de todo aquello que amaba.

sábado, 5 de junio de 2021

Verán los resultados, pero jamás entenderán lo que invertiste en ellos.

 Este último año decidí poner a prueba todos mis conocimientos y capacidades con el fin de llevarme al límite para intentar ser consciente de mi valía para mi misma y para el mundo. 

Con ese objetivo en mente, me apunté a dos Másteres Universitarios, uno a distancia y otro presencial. Además, para darle algo más de jugo al asunto cogí un trabajo de un par de horas al día que me permitiese costear estos estudios en caso de que no me proporcionasen una beca. 

Estamos a cinco de junio y puedo decir que estoy deseando que llegue el momento en el que termine con esta tortura que yo misma escogí, aunque todavía me quede más de un mes para ello. El camino hacia este final ha sido una verdadera montaña rusa de emociones. Ha habido momentos en los que me he sentido la dueña del mundo y otros en los que tan solo quería abrazar mis rodillas y abandonarlo todo. Pero si debe nombrarse una constante en esta montaña rusa he sido yo misma. 

Cuando me apunté a esta locura busqué experiencias de personas que hubiesen pasado por ello con el fin de comprobar que era posible, que no estaba soñando, que no me estaba marcando una meta inalcanzable. 

Y sí, es posible, pero de lo que nadie me habló fue de lo muy poco valorada que te vas a sentir en el proceso. Es frustrante ver como tú misma puedes ver en perspectiva los enormes logros que estas alcanzando pero que aún así a tu entorno le parezca que "no es para tanto". 

Permíteme decirte que sí, que sí lo es. Que es una bestialidad que una persona sea capaz de realizar en un año las tareas y funciones de tres personas y salir de ello sin demasiados rasguños. 

Si quieres un consejo te diré que tienes que ser muy fuerte para meterte en esto, tienes que creer mucho en ti misma y ser muy consciente de que puedes hacerlo y de todo el tiempo y esfuerzo que estas empleando en ello. El mundo no va a apoyarte, y si lo hace te parecerá insuficiente. Ninguna palmadita en la espalda calmará el estrés y la ansiedad a la que te expondrás cada día. Aunque he de decir que, aunque no sea suficiente, se agradece enormemente que alguien te apoye en el camino. 

Aprenderás a valorar mucho más los pequeños momentos de socialización que te permitas, y debes saber que eso no garantiza que las personas con las que los compartes lo valoren. Solo tú verás el esfuerzo que haces por sacar ese día, esa noche o esas horas para invertir en cuidar tus relaciones personales. A tus allegados ese tiempo les parecerá igual de insuficiente que a ti el apoyo que te dan. 

Pero no desesperes. Aprende a invertir el tiempo en ti, en cuidarte a ti misma, en quererte y apoyarme más allá de todo. Sé tu propia fuente de energía. Solo a través de no necesitar a nadie podrás recuperar esa vida "normal" a la que estabas acostumbrada. 

Ánimo. Queda el último empujón. 


"La razón por la que las personas fracasan realmente no es porque pusieron sus metas muy altas y no llegaron, sino porque las pusieron muy bajas y las alcanzaron" Jordan Belfort

sábado, 9 de enero de 2021

Para ti

 El otro día mamá me recordó que hace siete años que te fuiste. No sé bien cómo sentirme ante eso. No niego que para mi fue un trauma, un shock, el saber como estabas, lo que estaba pasando y no poder si quiera verte. Fue doloroso. Pero realmente, desde entonces te noto más cerca que nunca. Estas conmigo en cada paso que doy, formas parte de cada conversación con el universo. Me has visto reír y llorar, enamorarme y desesperar, replantearme hasta la vida misma y salir del mal trago como si nada hubiese pasado. 

Por supuesto que me hubiese gustado poder pasar más tiempo contigo, disfrutar de tu compañía un poco más. Pero sabes muy bien que mis energías nunca fluyeron en ese sentido, prefiero que seas libre de tu cuerpo y puedas dedicarte a verdaderamente disfrutar de tu vida, de la vida que tuviste y creaste por y para tu recuerdo. 

Te mentiría si dijera que no quiero abrazarte ahora mismo, pero sé que la única forma de hacerlo está dentro de mí y contigo. Aunque no sea el mismo cuerpo ni la misma cabeza pensante que escribe ahora estas palabras, la que te abraza en mi interior comparte conmigo todo el amor que sentimos por ti y que jamás dejaremos de sentir. 

Sé que estás leyendo esto, siempre lo haces, ¿verdad? Echaba de menos conversar contigo y esta es ya la única forma que me queda de hacerlo, pero la verdad es que me encanta. Creo que es la única forma en la que realmente me vas a llegar a conocer. Y aunque haya algunas cosas que no sepas responderme, me siento muy agradecida por poder gozar de tu abrigo en esta fría noche de invierno. 

Nos volveremos a ver. Te quiero Opa. 

miércoles, 18 de noviembre de 2020

El cambio

 Me enorgullezco de poder decir que mentalmente soy una persona relativamente estable. Tengo la cabeza amueblada, como diría mi madre. Sé diferenciar las cosas que me importan de las que no, sé decidir qué batallas quiero ganar y a menudo incluso diferenciarlas de aquellas de debo ganar. 

Se me llena la boca al decir que sé organizar mis prioridades, que tengo un talento natural para terminar las cosas que empiezo o que persigo aquello que más ilusión me hace, exista o no un camino establecido para conseguirlo. 

Y todo esto podría o no ser verdad y poco vas a pensar tú de la claridad de mis pensamientos. Hace un tiempo yo era una chica que tenía demasiado en cuenta lo que los demás pensaban. Y no os equivoquéis, por dentro sigue importándome aquello que pasa por vuestras cabezas. Pero estoy aprendiendo a diferenciar. A diferenciar entre las cosas que me interesan porque realmente aportan felicidad a mi vida, y a las que me interesan por esa afán mía de centrarme en predecirlo todo. 

No es un camino fácil esto de ser mentalmente estable. Tengo que reconocer que a pesar de ser estable, sigo siendo extremista e impaciente. Sigo haciendo mil preguntas que no vienen a cuento en esa conversación solo porque quiero poner en orden unos pensamientos que me han venido en ese momento, y no soy capaz de esperar a otro. También sigo eligiendo opuestos, aunque creo que esto forma parte de mi personalidad. Por mucho que existan grises y momentos para seleccionar el gris, mi cabeza tiene a los blancos y los negros. Al sí y al no, aunque cada vez intento ser más flexible en estas cosas. 

Pero de eso se trata, de ir cambiando y evolucionando, ir creciendo poco a poco y transformándote en una persona diferente a la que eras antes. Todos cambiamos, y el hecho de que no queramos admitir esos cambios, no niega su existencia.

jueves, 9 de abril de 2020

Pareja de ases.

La verdad es que no sé bien cuando o cómo empezó todo esto. En mi cabeza hay un cúmulo de historias y flashes que conforman ese todo y no sé bien qué momento elegir. Tal vez podría ser cuando te encontré borracho y perdido en medio de valencia y corriste hacia mí como un poseso. También podría ser cuando respondiste a una pregunta aludiendo a algo que yo había hecho y me puse súper roja por ello. O incluso cuando te pregunté si te gustaban los macarrones con queso.
Hay muchísimos momentos en esta historia que me hacen darme cuenta de lo muy feliz que soy a tu lado. Hay incluso algunos momentos malos en los que si ves la historia sin contexto podrías pensar que estoy loca por seguir contigo, que vas a terminar haciéndome daño y que no eres bueno para mí.  Pero algo que estoy aprendiendo contigo es a arriesgar, a que no todo puede ser planeado y a que hay que disfrutar también de los imprevistos. Y créeme cuando digo que hasta los malos momentos son buenos contigo. Porque pasamos por ello juntos, porque aprendemos sobre la marcha y cometemos errores que nos hacen estar más unidos, que nos ayudan a entendernos mejor, a pedirnos perdón, a aceptarnos. Y eso, para mí, no es comparable a nada.

Me alegro muchísimo de que aparecieses en mi vida para romper todos mis esquemas, Bonito del mar.

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